Indudablemente el inicio de año ha sido una sorpresa. Y para nosotros por partida doble. Reconocemos que la situación está cambiando y que las tensiones generadas en torno a las decisiones que sobre tipos de interés vienen tomando los diferentes bancos centrales, han disminuido.
Lo que parecía iba a ser un camino duro y empinado en relación a los tipos de interés se ha convertido en una cuesta suave y corta. En EE. UU. ya es evidente que hay un “pivotaje” y en Europa prácticamente igual por razones todavía más lógicas pues estructuralmente nuestra geografía comunitaria presenta enormes debilidades, entre ellas un elevado endeudamiento sustentado por un déficit que no ha dejado de crecer. Dicho esto, hemos sido testigos de subidas importantes que, de nuevo por sorpresa, han generado un performance en Europa vs EE. UU. no visto en mucho tiempo. El consenso alude al diferencial de valoración pero ese mantra lleva anclado en la memoria de los inversores desde hace décadas por lo que no es un argumento tan sólido como para pensar que sea mucho más duradero. Parte de nuestra incredulidad también viene por el hecho de que seguimos sin percibir un cambio en las estimaciones de beneficios que, a nuestro juicio, se mantienen todavía elevadas. Seguimos percibiendo que mientras el consumidor se mueve en una realidad el consenso habla de otra. Y esta cuestión es algo que nos preocupa.
A pesar de todo, el contexto ha sido estable y con cierto viento de cola. Los datos económicos no han sido malos y los resultados conocidos, aunque muy abajo en el margen de sorpresas y con un guidance mucho más cauto, han sido ligeramente positivos. Sobre todo, en algunos sectores como el financiero donde todavía percibimos un halo de euforia que nos cuesta entender viendo el momento actual del ciclo en el que nos encontramos. En esa idea, nuestros fondos han seguido buscando protección en los negocios donde hemos puesto el foco hace tiempo y donde nos sentimos cómodos con la política de inversión que hemos implementado desde hace justo un año. Seguimos viendo compañías ligadas a energía, aunque con menos peso del que tuvimos el año pasado, con una enorme capacidad de generación de caja y de sostenibilidad de altos dividendos, que siguen muy baratas. Al igual que algunas mineras, con dinámicas operativas extraordinarias que nos hacen sentirnos cómodos con independencia de lo que coticen en los mercados spot y de futuros.
Como novedad, anticipamos nuestro mayor posicionamiento en Europa frente al peso medio más alto que tuvimos en 2022 en EE. UU. Esto no significa contradecir lo comentado anteriormente sino que algunas ideas que veníamos siguiendo las vemos ahora con algo más de positivismo. Esto nos ha permitido aprovechar el sector del turismo, jugándolo a través de aerolíneas cuyo rebote en el inicio del año ha sido espectacular. También hemos elevado el peso en algunas empresas cíclicas sin olvidar que en la parte de emergentes, tenemos un view constructivo.
Resumen de rentabilidad
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